Cortesía google
“(…)
Los años me fueron enseñando con tristeza que, con admirables excepciones,
nuestro país era un lugar común lleno de lugares comunes, pendiente de un
primer mundo, al que copia de manera permanente, en un alborotado complejo de
inferioridad”, es uno de los argumentos que nos plantea en su columna del
periódico el Tiempo, Heriberto Fiorillo, escritor y cineasta español, que
pretende poner al descubierto mediante su artículo la realidad del plagio en
nuestra patria y cómo éste es aplaudido, venerado y legitimado por una cultura
carente de identidad y con complejo de imperfección .
Es en este orden de ideas, como el término plagio se termina desligando del ámbito legal y pasa a trascender y ocupar el lugar de lo que denominamos el mundo cultural y racional, puesto que el fenómeno que un principio pudo haberse relacionado exclusivamente con el campo académico e intelectual, mostró con el tiempo su vinculación en el plano cultural del pueblo, cultura que según nos lo explica Alexander Díaz, profesor de la Facultad de ciencias sociales de la Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano, está enmarcada bajo el concepto del atajo, derivada de la filosofía del salir fácilmente de los problemas, desafíos y dificultades que se interponen en el camino de la cotidianidad y que ocasionan el padecimiento del éxito sencillo y simple, que en muchas ocasiones causa malestar a quienes no se les ha atribuido merecidamente el esfuerzo y tenacidad con la que luchan día a día, para poder llegar de esta manera muy lejos.
No obstante, en lo que respecta al tema de este escrito, Mireya Barón, docente de la Facultad de Comunicación, Mercadeo y Artes, del Politécnico Grancolombiano, ha dicho que no es que se esté produciendo un plagio cultural en la mas absoluta definición del concepto, sino que lo que se está presentando es una noción a-cultural, fenómeno que se caracteriza por la predominancia de la conservación y masificación de costumbres ajenas, que en distintas oportunidades entran en conflicto con un legado poco vigente proveniente de la historia de nuestro pueblo, esa misma historia que dejo a su paso sufrimientos y enseñanzas de sacrificio, que hoy en día son mínimamente aplicables.
La moda del in y el out ha pasado a constituirse como la forma en como nos definimos y nos definen los demás, ya que no somos de la “onda” si no nos comportamos como nos lo exigen los semejantes, validando de esta manera la idea de que calcamos y copiamos lo que es predilecto y popular en el mundo contemporáneo, aun cuando estos hábitos son arbitrarios, superficiales y extraños a la esencia de nuestra memoria (sí existe) y nuestro pasado.